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miércoles, 6 de abril de 2016

El anacronismo en la investigación de la música vallenata


Escrito por:  Abel Medina Sierra
En días reciente envié a mi listado de contactos de investigadores, comentaristas, analistas y periodistas que suelen escribir sobre la música vallenata una invitación para participar en la edición de un libro sobre el cantante y compositor Jorgito  Celedón  con el auspicio de la Corporación Festival Francisco El Hombre y la Universidad de La Guajira.  La incitación iba dirigida a  no menos de cuarenta personas de las cuales, solo una respondió positivamente.     
El silencio fue más que elocuente, pero una de las respuestas sirvió para confirmar mis sospechas, o más que sospechas, mi certeza. El analista, de quien por respeto omito el nombre, decía, palabras más palabras menos: “canta bien el muchachito pero aún hay que esperar muchos años para que ese adolescente merezca escribir sobre él, su carrera aun esta en pañales como para analizarla”.
Es posible que aún se debe esperar mucho de tan exitoso intérprete y que que  cualquier mirada crítica o panegírica de su obra  será parcial y sincrónica. Pero de allí a decir que su obra está en ciernes y que por lo tanto no amerita siquiera que un vallenatólogo pueda  hacer una lectura valorativa de su trayectoria, es un exagerado y miope sesgo. 
En mi respuesta al colega le recordé que Jorge Celedón  nació en  1968, que ya en 1981, a los 12 años,  había grabado con su tío Daniel Celedón y que  dos años después ya había grabado  su primer disco  larga duración al lado de Ismael Rudas.  Es decir, “el pelaito”  que apenas comienza tiene nada menos que 35 años de vida artística, 13 producciones de larga duración, tres premios Grammy Latino y muchos reconocimientos. 
Más que detenernos en la respuesta de nuestro amigo, este tipo de posturas lo que pone en evidencia es que uno de los males que padece la investigación  sobre la música vallenata: el marcado anacronismo.  Es tan anacrónico que el análisis crítico, biográfico, musical o de otro tipo aún está en mora de   llegar a otros intérpretes que en nada se puede calificar de recién aparecidos. Jorge Oñate está a solo dos años de alcanzar los 50 años de vida artística profesional y aun no  conocemos un libro que dé cuenta de su trayectoria musical con todo que ha estado entre los dos mejores cantantes del género en toda su historia. Ni qué decir de Silvio Brito y Beto Zabaleta y se vinieron a conocer libros de Diomedes solo cuando falleció.   
Afortunadamente, desde el nacimiento del Festival Francisco El Hombre, esta organización en asocio con la Universidad de La Guajira, ha emprendido la labor formativa de dar cuenta de la vida y obra de los intérpretes contemporáneos. En esta serie de publicaciones se han editado obras sobre Juancho Roys, Alfredo Gutiérrez, los Zuleta,  Rafael Orozco, Rafael Manjarrez y se proyecta la de Jorge Celedon, todos ellos homenajeados en el Festival Francisco El Hombre.
Eso nos lleva a pensar, ¿será que los seguidores y no seguidores de Silvestre, Peter Manjarrez, Felipe Peláez y Martin Elías tiene que esperar que estos se mueran o estén caminando con bastón para que alguien pueda dar cuenta valorativa de su obra artística? Espero que no. 
En el caso de la música vallenata, ha existido un paradigma canónico de tradicionalismo folclórico que contagia  a las instituciones que, de alguna manera,  se relacionan con su difusión, promoción e investigación (festivales, escuelas,  medios, investigadores y hasta intelectuales).  Investigadores como Emmanuel Pichón Mora así lo corroboran cuando sostiene que  este paradigma presenta lecturas nostálgicas, museográficas, rígidos esteticismos, generacioncentrismos, considerando las identidades como estáticas y ahistórica y que parece haber sido la escuela de la mayoría de investigadores. 
El  background  ideológico  romántico de este paradigma nos  habla en tono nostálgico, a veces apocalíptico. Se parte de la premisa irrenunciable que según la cual  tales músicas son estáticas,  esenciales, y que sus instrumentos representan la esencia incambiable del alma de la región. Estos discursos nostálgicos y esencialistas sobre la pureza de estilos olvidan que, más allá de su arraigamiento en un determinado contexto cultural y geográfico, las músicas tradicionales poseen una historia constantemente reinterpretada y adaptada a las exigencias de cada época, exigencias que están en relación coyuntural con los cambios ideológicos, demográficos, mediáticos, económicos.
La música vallenata, a pesar que le están tratando de expedir certificado de defunción a cada rato, no murió con Alejo Duran y Luis Enrique Martínez aunque muchos investigadores se quedaron en ese periodo. Se han publicado tres libros sobre Francisco El Hombre de quien se conocen tan poco sobre su vida y su obra y ninguna de Poncho Zuleta a pesar que toda su discografía se consigue en cualquier esquina.   Tampoco es sano pensar que solo estamos llamados a escribir sobre lo que nos gusta o la música de nuestra generación, hay que tratar de interpretar el sentir de nuestros hijos y nietos. 
Una posible causa de este anacronismo según el cual la música le lleva años luz a la investigación y la escritura, es que la  música tanto como producto como proceso se ha vuelto difícil de etiquetar, de clasificar y por ello es más compleja. Son muchos grupos, muchos autores, muchas grabaciones y actores que entran en juego. Los cambios van muy rápido, las hibridaciones se van intensificando. Ya no se trata de una música elemental   ni del escenario de la parranda sino que entran en juego nuevos circuitos de producción, ejecución, difusión y disfrute. 
Una realidad tan compleja no es fácilmente analizable, faltan categorías de análisis para poder explicar el fenómeno Diomedes Díaz o  Silvestre Dangond. Ya las formas de paseo, merengue, son y puya no son suficientes,  o la organología de caja, guacharaca y acordeón.    
La invitación a los colegas es  atreverse a aventurar una lectura de lo que pasa con la contemporaneidad y la postmodernidad. La música no solo son las canciones sino lo que dice de ella.  De no hacerlo  reducimos el vallenato a la pluralidad, el anacronismo,  la falta de estatuto científico, el escaso rigor, el vacío metodológico, temático  y  sistemático.  


jueves, 14 de mayo de 2015

Vicente de la Hoz, talento al servicio del prójimo

Autor: Alejandro Rutto Martínez

Dios me dio la oportunidad de conocer a Vicente De la Hoz cuando compartíamos los últimos años de nuestra infancia en las aulas, los pasillos y la biblioteca del Colegio San José en donde estudiábamos el bachillerato en cursos diferentes pero físicamente cercanos.
Éramos hijos de dos familias unidas por la educación.

Los  hermanos de Vicente estudiaban con los hermanos míos y no pasaba un día sin que los unos estuvieran en la casa del otro de manera que no pasó mucho tiempo antes de que naciera una buena amistad que con el paso de los años terminó convertida en hermandad. 

El colegió nos unió y eso fue para siempre.  

Por aquella época nada era tan querido para nosotros como el viejo edificio de nuestro colegio en el que sufríamos mil incomodidades como el calor, la falta de espacios deportivos, la ausencia de laboratorios y el hacinamiento en los salones.  

Pero ahí éramos felices porque nuestros padres nos habían dicho una y otra vez que la educación era la mejor y única herencia que podían dejarnos y teníamos que esforzarnos para ser los mejores estudiantes y luego para alcanzar grandes cosas en la vida. 

Vicente se tomó a pecho la recomendación de los mayores y llegó a la institución a lo que fue: estudiar intensamente.

Registro en los pliegues de mi memoria y lo encuentro siempre con su rostro sereno,  su gesto reflexivo y su comportamiento serio.

Era muy diferente a la mayoría de la masa de adolescentes y jóvenes que componían la comunidad estudiantil de la época.  

En su condición de estudiante  mostró una particular inclinación por las ciencias naturales, la química, matemáticas y biología.

Sus tiempos libres los dedicaba a las actividades como socorrista en la Cruz Roja.  Todo indicaba que él iba por el camino correcto y que llegaría muy alto en la vida de estudio y de servicio que él mismo se había impuesto.  

No tardó en recoger los resultados de todas las horas de juego sacrificadas y de las fiestas a las que no fue: siempre obtuvo notas sobresalientes y cuando terminó los estudios, en 1983, se constituyó en el mejor bachiller de La Guajira, lo que le permitió recibir la medalla Andrés Bello y participar en un significativo homenaje que le tributó el Gobierno Nacional a través del Ministerio de Educación. 

Ingresó de inmediato a la facultad de medicina en la que se convirtió en uno de los mejores estudiantes, lo que le permitió obtener una beca y ser  designado como monitor, lo cual se convirtió en un nuevo elemento de motivación y en un ahorro para los menguados recursos de sus  padres. 

Al graduarse de médico inició una brillante carrera en la que obtuvo el reconocimiento de los hospitales y clínicas en las que trabajó pero sobre todo el de sus pacientes quienes aprendieron a respetarlo, a quererlo y a confiar en él. 

Yo le tenía muchísima confianza, tanto que un día lo llamé a las 4 de la mañana para que me ayudara en uno de los días más tristes de mi vida: mis hermanos me comisionaron para que le informara a mamá la noticia de que mi padre había pasado a la presencia del Señor.

Temeroso de que la delicada salud de ella se quebrantara aún más decidí llamarlo para que estuviera presente en caso de una emergencia.

En esa ocasión y en muchas otras pude sentir su afecto como amigo y por eso hoy, cuando Dios ha decidido llevarlo al Paraíso, siento el peso de su ausencia, pero también el consuelo de saber que pasó por los caminos de la vida defendiendo la vida de todo el que acudiera a su consultorio. Vicente De la Hoz fue un buen médico, pero ante todo un ser humano con un talento especial. Talento que siempre estuvo al servicio del prójimo.


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lunes, 19 de diciembre de 2011

Los mejores del deporte en La Guajira

Así registró la noticia Diario del Norte, galardonado como el mejor medio de comunicación del presente año

Cuadro de honor en "La Noche de los Mejores", programa con el que anualmente la Asociación Colombiana de Periodistas Deportivos, ACORD (Capítulo de La Guajira), le hace un reconocimiento a las más destacadas personalidades del año en el área de los deportes.

Aquí están los mejores del año 2.011

DEPORTISTA DEL AÑO:

Primer lugar José Junior Campo Rivadeneira (basketbolista)

Segundo lugar Jhonatan Guerra Hernández (atleta)

Tercer lugar Ramón junior González Parejo (ajedrecista)

Deportista revelación Kevin Díaz (beisbolista)

Vida y Obra de un Deportista, Arnoldo Alberto Iguarán Zúñiga (fútbolista)

Mejor Deportista Paralímpico, Rony Andrés Curvelo Zúñiga (atleta y ajedrecista)

Mejor Periodista Deportista, Sixto Antonio Carrillo Cabana (atleta)

Mejor Actuación de Conjunto Selección de Baloncesto Categoría Juvenil

Mejor Liga Deportiva Baloncesto

Mejor Árbitro, Jorge Eliecer Sierra Redondo (fútbol)

Mejor Entrenador, Carlos Anibal Peralta Carrillo (baloncesto)

Mejor Dirigente Deportivo Soledina Sarmiento Guerra (karate do)

Mejor Empresa Patrocinadora del Deporte en La Guajira, Cerrejón Limited

Mejor Periodista, en la modalidad de deportes, Eladio Narváez Verbel

Mejor Periodista, en la modalidad de noticias generales, Yuri de Jesús Reales Magdaniel

Mejor Empresario Eriberto Castañeda Carrillo

MejorMedio de Comunicación, Diario del Norte

Personaje del año, Jorge Eduardo Pérez Bernier – Gobernador del Deporte.


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martes, 14 de septiembre de 2010

Federación comunal de La Guajira aprobó estatutos en Maicao

Tomado de Diario del Norte

Martes, 14 de Septiembre de 2010 05:00
Por Ernesto Acosta Solano

En la más reciente asamblea departamental ordinaria de la Federación de Juntas de Acción Comunal de La Guajira realizada en la ciudad de Maicao, se procedió a la aprobación de los estatutos orgánicos de esta importante agremiación.

En las deliberaciones también se aprobó la capacitación para los comunales del Departamento a través de un convenio con la Universidad Abierta y a Distancia, Cead de Riohacha y el Sena.

Pedro Cortés, presidente de la Fedecomunal, al término de esta asamblea cumplida en la Finquita Frecamiye, manifestó que hay que insistir en mantener la unidad comunal para poder conseguir los objetivos propuestos hace dos años.

Precisó, además, que se hizo entrega formal del documento Conpes No. 3661 para las acciones comunales.

Dentro de los logros, se precisó que había quedado todo organizado por el congreso comunal ambiental a realizarse en la ciudad de Riohacha el próximo año.

El líder de esta agremiación, indicó que fueron dos días de arduo trabajo para entregar una organización comunitaria consolidada con sus estatutos aprobados, herramienta de un gran valor para seguir ejecutando sus actividades.

A su turno, Jorge Enrique Bossa Arias, vicepresidente de la Confederación de Juntas Comunales de Colombia, dijo que se encontraba en la ciudad de Maicao, haciendo acompañamiento a la Federación, a fin de aprobar sus estatutos que en últimas le entregan vida jurídica.

El directivo nacional consideró que sí están avanzando, por el reconocimiento de las autoridades nacionales y regionales.

Por su parte, Niria Brito, secretaria ejecutiva de derechos humanos de la Confederación de Juntas Comunales, expresó que invitaba al gobernador Jorge Pérez Bernier para que se establezcan unos procesos reales con la organización comunal de La Guajira, que se tenga a los comunales principalmente para los procesos de capacitación profesional para su fortalecimiento como capital humano.

Explicó que ya tienen el programa de formador de formadores que aún no se le ha dado aplicabilidad, por falta de recursos oficiales, no obstante que se encontraba priorizado.

sábado, 19 de junio de 2010

Maicao tendrá seccional de Uniguajira

Tomado de Diario del Norte

El gobernador de La Guajira, Jorge Pérez Bernier, en el marco del foro ‘Presente y futuro de la Universidad de La Guajira extensión Maicao’, anunció que en enero de 2011 pasará a ser una seccional con autonomía económica, académica y administrativa, para lo cual destinará un 10 por ciento de los recursos
provenientes del Fondo para el Desarrollo de La Guajira, Fondeg, mientras que el secretario de Educación de Maicao, Alberto Sánchez Rivas, y el rector de la universidad, Carlos Robles, se comprometieron a hacer los aportes necesarios para que la Seccional Maicao sea una realidad.

“Corresponde ahora a la dirigencia local conformar un comité que trabaje en la organización”, dijo el mandatario al tiempo que informaba a los asistentes los millonarios recursos que en su gobierno ha girado a la universidad: “en el 2008, giramos 12.253 millones de pesos; en el 2009, 15.013 millones y para el 2010 proyectamos 14.433 millones de pesos. Los recursos provienen de Estampilla Pro Universidad, transferencias de la Ley 30 de 1992 y subsidios para la matrícula.

Pérez Bernier indicó que financieramente ha tenido una serie de inconvenientes con la universidad, porque le ha girado como anticipos: 3.800 millones de pesos en el 2008, más de 4 mil en el 2009 y 1.400 millones en lo corrido del 2010, pero la universidad no ha legalizado la documentación para terminar de pagarle los años 2008 y 2009. Ante la situación, el secretario de Educación, Luis Alfonso Barros Arévalo, expresó que “una auditoría confrontará la base de datos con las planillas, porque se reportan planillas de estudiantes que no existen”.

Para muchos, el rector sólo se limitó a mencionar la inversión en mejoramiento de infraestructura y el número de docentes que presta el servicio, dejando de lado falta de pago que tiene al borde del cierre a la entidad.

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